jueves, 19 de diciembre de 2013

Happy Birthday, Rock Star

Cuando me da por recordar, recuerdo mas cosas de las que tenia en la agenda y en este caso, es algo demasiado bueno.
No se cual es el primer recuerdo que tengo tuyo, nuestra diferencia de edad era, en esos años, algo que diferenciaba mucho nuestros juegos y nuestros gustos y mientras yo jugaba con mis playmobil o algún otro juguete que no recuerdo, tu te paseabas por la calle en tus patines o en tu patineta. Desde La Colonia hacia arriba o hacia abajo, daba lo mismo. Siempre te observaba y miraba con asombro tus capacidades con los patines y cuando fuiste capaz de saltar a 8 personas (o 7) agachadas, me dije, esto es lo máximo.
Por culpa de patines y patinetas, te vi con yeso, si mal no lo recuerdo, en cada una de tus extremidades y tus costras y heridas frescas eran pan de cada día.
Debo admitir que siempre tu figura fue la de un ídolo y lo fuiste durante gran parte de mi niñez. Contigo conocí el rock, de hecho en 3° básico fui el único niño que escuchaba a Iron Maiden y Ozzy gracias a los casetes que te sacaba a escondidas para escucharlos en tu radio, que desarmaste una y  otra vez y que siempre te quedaba algún tornillo afuera que no encajaba en ninguna parte.
Tus partidos de volley y también cuando te convertiste en hombre top, jugando tenis y vistiendo ropa a la moda, en esos años, como tus poleras sin mangas y abiertas bajo el brazo hasta cerca de la cintura.
Tus fiestas con tus amigos y amigas del barrio y The Police, si, siempre escuchando a Police y bailando a Police mientras yo me paseaba delante de tus amigos haciendo una que otra gracia para que tus amigos dijeran algo y ahora que lo pienso, no era para caer en gracia, sino que me gustaba lo que estabas haciendo y quería ser participe de ello y entre Police, fiestas juveniles y radios sin tornillos, entraste a estudiar educación física. Me llevaste al Estadio Nacional a trotar mientras rendías tus pruebas, a la piscina de la Unión Española y me enseñaste a nadar de forma correcta en la piscina del Cementerio General.
Después fuiste padre, demasiado joven para mi gusto, lo que no quita el inmenso amor que le tengo a mi sobrina y entre idas y venidas comenzó nuestra vida parrandera.
Paseos a la playa entre pesebres, techos mojados y el 404 rojo, el Machito’s Car, el que lloramos a moco tendido el día de su venta. Marías al despertar y escudos para aplacar el calor y la sed. Spandex, Subterra, Trolley, Estacion Mapocho y Usach. Las pildoritas de nuestro primo y el eterno e incombustible Borzoi, mucho Borzoi. Sargento Menadier arriba del local y música mucha música. Esta vez no había una radio con tornillos menos, sino que estábamos todos con tornillos menos. San Francisco con Alameda y la visita al Ruqantino auspiciada por una tarjeta redbanc de dudosa procedencia. Tu cabeza partida, tu cicatriz de cortaplumas en tu espalda y tu ceja partida gentileza de una botella que por suerte no se partió en tu cara y cuando pensamos que esto iba a seguir y seguir y seguir, las revoluciones bajaron. Te cambiaste de casa y nos empezamos a comportar.

Antes del cambio de siglo, la muerte nos ataco tres veces en menos de dos meses y fue lo que sello el destino. Algo te hizo click y tomaste la decisión de irte con cama y petaca a la madre patria. Vendiste lo que no tenias y te fuiste. Siempre quede con la sensación de que volvías pero el tiempo, que tiene la razón siempre, me dijo que no. Te deje en el aeropuerto con una resaca del demonio y te mande a la sala de embarque con una patada en el culo y vi como el avión que se llevaba a mi hermano se perdía en el celeste cielo capitalino y hubo un silencio atroz, ya nadie volvió a ser el mismo

El tiempo pasó. Nació mi otro sobrino y todo fue de película y te comencé a extrañar. Aunque nunca supe que es lo extrañaba. Nunca me senté a conversar contigo. No se muchas cosas tuyas, solo lo que se veía, y tu tampoco sabes mucho de mi, solo lo que ves y lo que supones. No extrañaba conversaciones ni ratos de intimidad contigo, pero el tiempo me enseño a que lo que realmente extrañaba, era solo tu presencia, tu risa que asoma tus pequeños y juntos dientes. Tu risa que arruga tus ojos y que los achica hasta hacerlos invisibles. Tu cabeza echada hacia atrás cuando esa risa se convertía en carcajada. Tu chiste fácil, tu boca suelta y tu facilidad para la grosería más grosera.
Tal vez nunca intimamos mucho, pero si están esas otras cosas que uno no valora en su momento y que generalmente pasan por alto. Esa broma mutua, ese chiste compartido y a veces exagerado. Ese gusto tecnológico que nos une y por supuesto, el rock n roll.

Hoy es tu cumpleaños y decidí escribir esto para celebrarte. Para celebrar al ídolo de mi niñez, al que todo lo solucionaba, a mi estrella del rock, al que espero arregle su radio personal y que espero esta vez no le sobren tornillos, ni le falle el cable del enchufe...........en cuanto a la radio física, bueno, prometo tenerte una nueva cuando andes por acá, casete de The Police incluido.


Hermano mío, te quiero mucho. Feliz cumpleaños. La vida esta al alcance de tu mano. Abre los ojos…..

viernes, 6 de diciembre de 2013

Feliz cumpleaños

Entre sumas y restas y operaciones matemáticas que están lejos de mi interés mental, creo haber estado en tu vida justo la mitad de tu vida. Si nos pusiéramos árbitros si reloj ni cronometro perdido, y con poco criterio, y no pusiéramos descuentos y off sides, digo que he estado en un poco mas de la mitad de tu vida.
 Te has preguntado lo que es la mitad de una vida. Seguramente pensaste lo mismo que yo, y si, es mucho tiempo. Pero cuando miro de reojo al tiempo que no para su marcha esos 20 y tantos años han pasado mas rápido de lo que imaginaba y mucho mas rápido de lo que quería y que es lo que guardo de estos 20 y tantos años?? La lista de emociones y sensaciones son muchas y variadas en sus colores y formas y son los recuerdos los que siempre dan con la forma exacta de estas cosas.
Si, recuerdos, y muchos, y cuando abro el cajón de la memoria estos aparecen por azar. Antiguos y nuevos como las acaloradas y mareadas confesiones de amor de año nuevo, los besos cuneteados de cuando éramos “amigos”. Tu puesta en marcha del plan “encachemos a Francisco” con una sola pregunta: cuando fue la ultima vez que te compraste un disco.
Nuestro baile, que lo recuerdo como si fuese ayer, mientras sonaba “Hombre al Agua” de Soda Stereo, el Lago Rapel y su Muelle. Tus consuelos en la seguidilla de muertes, partidas y aeropuertos de fines de siglo.
En ese cajón encontré la sensación que invadió mi corazón cuando decidimos irnos a nuestra casa.
Tu cara de felicidad y terror y miedo al futuro cuando te enteraste que Martín ya estaba ahí y tu cara solo de terror cuando descubrimos que Pancha también estaba ahí.
Tus lagrimas corriendo de forma desconsolada cuando tu tío Lorenzo se sumo a la triste y muy sentida lista de los que partieron, pero también tus lagrimas de alegría cuando Martín y Francisca te sacan del contexto con alguna frase pal bronce.
Las eternas conversas de angeles y demonios e inmortalidades en la gran cocina de la casita.
Invitaciones, invitados, salidas y música, si, mucha música.
La compra de nuestra primera cama, tu equipo y mi primera cámara.
Tu pálida feroz en la casa de Lorenzo y por supuesto tú cara de furia cuando mi hermano Christian vino de España y me invito a salir, y lo hicimos hasta las 12.30 del día…… pero del otro día.
Y axial podría estar todo el día y con todas las hojas del mundo pero los recuerdos siempre son mucho mas que el espacio y entre tantos y tantos recuerdos, la sensación siempre es la misma: Todos mis recuerdos de juventud y adultez (un poco mas), están atados inevitablemente a ti. No recuerdo tener mejores momentos en que tu figura no este presente y saber eso y a la vez recordarlo cuando pienso en ti, me hace sentir que siempre fuimos y seremos inevitables. Que nuestras químicas y físicas funcionan a tal nivel que adivinamos sin siquiera mirarnos que es lo que debemos decir y cuando lo debemos decir pero a la vez son las dueñas de nuestros silencios, prudencias y paciencias.

Y así vamos y le damos. Hoy es tu cumpleaños y cumplo con la promesa que me hice a solas hace un par de años de escribirte en esta fecha. Y las promesas las cumplo, como la promesa que hice de jamás dejar de amarte y no dejar que te vayas de mi lado jamás porque esta mitad de vida a tu lado es el cielo en mis manos, es el dulce mas dulce, ese que guardas para el final porque sabes que es el mas rico y te quieres quedar con ese sabor en tu boca por horas, lo que en este caso seria por años.

Mi vida en tu mitad de vida. Tu vida en la mía completa. Es entrega total. Es saber que podré decir hasta que me muera que te amo y que de eso no me arrepiento ni lo haré jamás, ni bajo el yugo torturador del tiempo, ni bajo la amenaza del olvido tenue de la memoria frágil que dan los años. Eres la otra mitad de mi corazón gigante, mi puente sobre el río de todas las angustias atemorizantes, el cuarto de la novena, la conexión a tierra cuando todo parece iluso y cuando sueño más de la cuenta. La cuidadora de nuestros intereses en común y la decoradora de interiores de nuestro futuro cercano.
Te amo, y podrán pasar mil cartas y mil futuros y mil recuerdos, pero mi corazón aun bombeara esa sangre que es tuya por derecho, y esta boca que habla, poco seguirá en el bolsillo izquierdo de tu blusa, y esta pluma, bueno, esta pluma seguirá encontrando la inspiración adecuada en tus ojos para escribir lo que sabe y lo que debe.


Te amo, como siempre lo he dicho, con el corazón y la cabeza y mi cuerpo entero.

domingo, 20 de octubre de 2013

Idas, venidas y Cascanueces.

Cuando veo fotos generalmente derramo una que otra lagrima. Veo lo que fuimos y lo que somos ahora. Las transformaciones que hemos sufrido, las que realmente hemos sufrido y también de las otras, esas que amamos pero que no vemos porque se esconden atrás de la puerta del olvido, o bien, por culpa de la poca observación que tenemos de nosotros mismos.
Hace unos días, intruseando el closet en que mi madre guarda una no despreciable cantidad de fotografías, me paso lo mismo. Ese closet guarda la historia de nuestras vidas y cada álbum de fotos que hay ahí, registra cada momento desde que éramos unos pequeños saltarines hasta alcanzar la madurez obligada por el tiempo.
Y ahí estabas tu, ahí estaba yo, ahí estaba el otro tu, el mas grande. Pequeños saltamontes que pensaban en solo jugar. Tu con tus legos, yo con mis playmovil, y el otro tu, el mas grande, nunca he podido recordar con que jugabas. La diferencia de edad nos jugo una mala pasada. 
Y recordé miles de cosas. Las guerras de cama a cama con cañones improvisados de cartón. Militares invadiendo el cuartel enemigo. Las guerras con pistolas que nada más disparaban diversión y agua y uno que otro reto de Odette porque le arruinábamos el encerado. Las sesiones de Break dance cuando nos quedábamos solos que después pasaban a tétricas historias de terror alumbradas solamente por una lámpara y por nuestra imaginación voraz. Tu famosa preferencia por Creaciones y el Cascanueces por sobre las bolitas, el pillarse y uno que otro juego de calle. Las vacaciones y nuestros eternos juegos en los videojuegos gracias al famoso tarro de monedas de Calugo que fielmente todos los años y a través de ellos, abría unos días antes de irnos a vacaciones. Las comilonas en la fuente alemana, los completos de Domino y la pizzas de Da-dino y como casi corríamos por seguirle el tranco a los viejos caminando por el centro de Santiago. Pero también recuerdo como me atormentaba ver tus dolores de huesos, tus constantes enfermedades, paperas, amigdalitis, hepatitis y un largo listado de etcéteras. Como olvidar el día en que te operaron de las amígdalas y como yo, cuando te entre a ver, no pude decir nada. Tal vez el shock infantil me dejo helado y no pude decir ni siquiera el Te Quiero hermano que revoloteaba en mi pensamiento y que por problemas de tartamudez y nervios nunca fue traducido a palabras. Pero sabes, esa vez fui feliz, porque, primero, no hablabas mucho, y segundo, fue la temporada en que cuando mas he comido helado en toda mi vida. 
Y te vi crecer, nos vimos crecer y te vi como empezabas a crear cosa a tu alrededor. Como te sumergías en un mundo de letras que hasta hoy llevas como una manda. Aprovechando este momento de sensibilidad intercontinental, debo confesarte algo, debo declarar y confesar que mi afición por la letra escrita, nació de tu intento por hacer la tuya. Las canciones para tu banda y tus pensamientos puestos en una pequeña libreta negra de borde rojo, la que fue invadida por mi curiosidad, fue la que dio el puntapié inicial en este afán de encontrar la letra perfecta, la coma justa y el suspensivo en su lugar…… 
Tal vez nunca conoceré tus secretos de esos años, pero me basta con saber de ti lo que se ahora. Solo te veía con tus pelos levantados con cola fría, tus botas militares y tu banda, si, tu banda. Tus ensayos en la casa cuando el otro tu, el más grande, (ya se había ido) y la gran cantidad de personajes que paso por esa casa, nuestra casa, que nació desde un cuadrado diminuto hasta ser el gran templo que fue para todos.
Crecimos, otra vez, y más. Nos hicimos más cómplices. Compartíamos gustos, otros gustos y tu curiosidad musical te hacia preguntarme una y otra vez que banda tocaba esta o esta otra canción. No recuerdo cuantas veces te dije que Hey Jude era de los Beatles y que los Rolling Stones se llaman así por una canción de Muddy Waters.
Y crecimos otra vez. Completaste tu historia con la historia que conocemos y cuando todo ya no dio para más, al poco tiempo del otro tú, el más grande, decidiste también cruzar el charco, abandonando todo. Y te creí. Siempre supe que no ibas a volver. Desde que me despedí de ti cantándote una canción y leyendo una carta de despedida, que hasta donde sé, aun la guardas. 
Te creí y te creo aun, porque se como eres y se que aunque te duela el alma, nunca miras hacia atrás y cuando lo haces es solo para buscar recuerdos que reconfortan el alma. 
Y el tiempo paso y seguimos creciendo, los tres, y un día, apareciste. Con una pequeña silueta a tu lado, esa que nos habías contado. Venia aferrada a tu mano como si se fuese a perder en esta larga y angosta franja de tierra. Silueta de sonrisa franca y reveladora. De ojos radiantes incapaces de esconder sensaciones y expresiones. Si, ella, con la que se arrancaron el corazón y la cabeza mutuamente, y cuando aparecieron, fueron una bocanada de aire fresco. Se lleno otra vez el estanque de la paciencia de estar lejos y todo fue como hace años. Faltaron solo los cañones improvisados, los cuarteles, las pistolas y Cascanueces.
Tu pequeña silueta, se hizo compinche de la silueta que me acompaña y tal vez compartieron alguno que otro secreto de manzanas, de esos secretos que las mujeres esconden como su ropa interior. Nuestra complicidad de hermanos, se hizo aun mas agudo y la verdad es que no recuerdo otra vez que haya sido una complicidad tan cómplice, y después, te fuiste otra vez y el tiempo paso sin darme cuenta hasta el día que me dijiste que te casabas. 
Si me preguntas si me puse contento, si, si lo hice. Porque en el tiempo que conocí a la pequeña silueta que te acompañaba con cara de pánico en el aeropuerto, supe que la clase de mujer que tenias a tu lado, no la ibas a dejar ir y que sin decir palabras habías admitido que a tu corazón ya se lo habían comido.
Algún día te contare la historia de los salmones para que puedas entender el concepto de que lo que sentí cuando lo supe, era que habías encontrado tu rio de origen. 
Te vi crecer e irte muchas veces y sin duda sigues creciendo y sin dudas yo también lo hago pero hay veces, como en estas ocasiones, que me gustaría no hacerlo mas y parar el tiempo impune y quedarme pegado en esas fotos, en esos juegos, en esa complicidad y que mis zapatos no se muevan del camino que fotografiamos en el norte de Chile, congelados para siempre en esos cañones de cartón, trincheras con soldaditos de plástico y por supuesto y de una vez por todas, sentarme a mirar contigo el bendito Cascanueces. 

Salud y felicidad eterna para ustedes. Brindo por eso.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Porfiado, cierra la puerta

A veces, un sueño deja entrar cosas que dejaste en el jardín, o en el patio y a veces en el mejor de los casos en la calle. Reja cerrada, escoba tras de la puerta y doble pestillo a la puerta emocional, sobre todo si eres emocionalmente un poco mas inestable que el resto de la gente (solo un poco). Esas cosas que sabes que están ahí porque las dejaste que vivieran ahí, porque son difíciles de olvidar y lo mas fácil es verlas pero ignorarlas y dejarlas tranquilas (como lo hacia el profesor Nash con sus visiones paranoicas) y mientras no traspasen la puerta esta todo bien. 
Pero a veces pasa, que solo un error en los cálculos deja la puerta a medio cerrar y las pesadillas del pasado entran a zumbarte la cabeza. Este error de cálculo es traducible a soñar algo que no querías, escuchar algo que no querías, ver algo que no querías y un largo listado de etcéteras. Cualquier error en ese aspecto, es fatal. 
Y si, me paso....cuek...tengo todo un tema con las cosas que no hice o de las que no fui capaz. Tal vez no en el tema profesional ni nada, porque no me arrepiento de la vida que llevo, la veo solo como el resultado de la vida que opte llevar y sin ser mucho, se que tengo mucho mas que una larga lista de personas.
El tema va más por el lado emocional. Si, es complicado y de un tiempo a esta parte he reconocido que mi “emocionalidad” nunca fue lo que mama y papa esperaban y siempre fue de menos a más y de más a menos. Del blanco amanecer hasta la noche mas tormentosa. Lo bueno es que la gente que me rodeaba, se acostumbro a ello y al final, la verdad, nunca fue un problema. Fue como mi tartamudez, que de chico me enfermaba pero ahora la disfrazo.
Deje la puerta abierta y se cruzo un sueño, una imagen y volví unos años atrás. Muchos años atrás y toda esa vida que no fue mía, es ahora mi envidia y mi furia en contra de lo que no fui capaz de hacer. Tal vez tomar tu mano y llevarte para siempre desde un principio y no dejar que ese vacío en el tiempo interfiriera ahora con lo que lucho por resolver en mi cabeza. Por eso dejo la puerta cerrada, el jardín regado y el auto con alarma, porque se que en cualquier momento, sobretodo con el cambio de estación primaveral, los fantasmas me atacaran una vez mas. 
Claro, preferí la vida frenética y desenfadada y, como dice el tango, para salvarte, solo supe hacerme odiar, y me demore años en reconocer que aquello era todo, mi todo y después de eso no había mas. Mi cabeza sabe y esta conciente, y yo, como ente separado de mi cabeza, también se que todo eso que ahora me incomoda, fue lo que debía ser, se que la ley es así y que debía ser así porque si no el tiempo se pierde en esperas incesantes e innecesarias. La vida fluye como un río y en ese río uno tiene el derecho irrenunciable a hacer lo que te venga en ganas y es lo que todos hicimos, hicimos nuestras vidas, yo egoísta, buscando lo que no iba a encontrar y recordando poco lo que hacia por culpa de los grados. Otros y otras, cansadas de esperar algo que se perdía mas y mas en una vida que no era vida, hicieron lo suyo, lo que correspondía, hasta que todo se normalizara, y es natural, nadie te puede esperar eternamente, ni siquiera la muerte…todo eso lo se y estoy en absoluto acuerdo con todo eso. Conozco la vida, no al cien, pero bastante. Analizo constantemente los sucesos que la vida trae a mi y a mucha gente, pero no puedo ponerle freno a ese impulso de impotencia que hace que mi corazón se haga un nudo y que mi garganta se aprete cuando pienso en ello. Que mis piernas se duerman cuando pienso en lo que paso por tu lado, a tu lado. Es inevitable. Incluso analizando las cosas con la cabeza dentro de un balde con agua fría generalmente encuentro la solución a los problemas emocionales y creo en las soluciones rápidas, de acciones inmediatas, pero esto es lo único que no he podido superar por años y años y no porque no quiera, es solo que hay cosas que no quiero creer porque en definitiva quiero escuchar lo que quiero escuchar. La bestia se desato dentro de mi cabeza y la trato de disfrazar en trajes de seda y las preguntas que no quiero hacer otra vez, porque arriesgo mucho mas de lo que quiero, parecen ya estar escritas en una lista de interrogatorio. 
Una lata, esto se ha convertido en una lata pero cuando pienso que me perdí de tal vez los mejores años, la sensación de impotencia me caga desde la guata hasta la cabeza, pasando por mi pecho y volviendo a mis pies.
Pero en fin. Lo que fue ya fue. Y arranque cuando no lo tenía que hacer. Me perdí de mil cosas que no debía y cuando trato de recordar que fue de mi vida en esos años, no puedo recordar mucho, una nube gris se interpone entre mis ojos y mi memoria. Memoria, siempre una cuestión de memoria, recuerdo lo que no quiero y lo que quiero recordar no aparece en ninguna repisa de mi cabeza. Ni fotos, ni archivos, ni nada, solo esa nube que parece solo un cúmulo de gritos y caras que no reconozco y que tal vez nunca conocí. 
Me queda el consuelo de que esta angustia mal aparecida, desaparecerá algún día, espero luego. Todo volverá a ser como era hasta hace unos días y definitivamente tendré que armar otra puerta, para que estas malditas pesadillas queden ahí afuera. Sabré, eso si que están ahí, porque contra la memoria no puedo hacer nada, pero quedaran afuera, sentadas en el pasaje atentas a que una de las tantas puertas que he construido a través de los años y las angustias asociadas, quede a medio cerrar.

Nueva puerta, antifuego, doble llave, pestillo y chapa de seguridad. Otro gasto mas para el bolsillo de mi pecho.