La verdad es que no quiero saber mucho con respecto a la noche anterior. Ha sido como muchas otras noches. Los recados en tu puerta parecen no haber llegado a destino. Claro, no voy a suponer que estas pendiente de mis pasos, no voy a suponer que estas pendiente de mi vida. Tal vez ese es mi error suponer que estas pendiente de mi abandono, que estas pendiente de las cosas que siento en mi corazón. Ese es mi error, claro que si, y mientras no lo vea así de claro este malestar y esta molestia en mi pecho me va a seguir agarrotando el cuerpo entero. Sabrás que los síntomas físicos por una cuestión emocional son por una cuestión sicosomática.
Ni siquiera se que es lo que quiero. Tal vez deba llegar a tu casa y verte a los ojos, tal vez es lo que necesito para salir de este charco.
Tal vez estoy armando un lío cuando no corresponde, cuando ni siquiera es necesario. Tal vez estoy exagerando la nota, tal vez toda esta mente oscura que guardo es solo una mala jugada de mi vida aburrida y simple. Pero insisto, tal vez mi error es que siempre creo que estas pendiente de mis síntomas y de mis malestares, bueno, siempre fuiste mi doctor favorita, siempre curaste mis males y siempre atendiste mis malestares por muy miserables que estos fueran. Bastaba a veces con un miserable tasa de te de hierbas para curar mis ansiedades que siempre te provocaban una angustia feroz y que no te dejaba pronunciar palabra alguna.
Y acá estoy parado frente a tu ventana que alguna vez se abrió para que la noche nos mirara celosa como nos abrazábamos frente a la luna, desnudos. Ahora esa ventana esta cerrada y ni siquiera se si estas ahí. Mis llaves te las deje así que ni siquiera puedo entrar a trajinar tus cosas como me gustaría hacerlo en un intento de recuperar mi identidad que siento que he perdido. Claro, contigo era lo que era, nombre apellido e incluso rut. Pero cuando me dejaste en esa sala de hospital todo cambio, fui el internado número 45-899.
Son las 5 a.m. Y el frío entume mis huesos. Ya no llegaste. Mi actual medico cuyos cuidados no se comparan a los tuyos, me autorizo tres noches a esperarte. Me pidió que no entrara a tu casa, que no me mandara una cagada que eso iba a empeorar las cosas para mi.
Miro hacia atrás. La ambulancia del hospital donde me dejaste ese día con tus ojos llorosos espera por mi hasta 30 minutos mas. Mi medico me mira con las manos en la cara esperando nada. Esperando que este tipo, otro de su lista, abandone por completo la idea de sanidad que abandone la cordura y se entregue a la maldición y oscuridad de la locura absoluta.
Tal vez realmente estoy enfermo. No debí ser tan violento. No debí haber hecho las cosas que hice, no debí haber dicho las cosas que dije, en realidad no debí haber hecho nada.
Soy culpable y lo admito.
Abro la reja de tu casa y vuelvo la mirada a la ambulancia. Mi medico hace el intento de bajar pero no lo hace.
Llego a la puerta donde resbalo porque el traje del hospital me queda grande. Veo un montón de cartas apiladas y veo que son las tantas cartas que te envié en este tiempo de internacion que llevo. Me levanto y miro al cielo buscando ayuda, algo que me haga entender. La señal llego cuando mi mirada se desvió nuevamente a ese maldito balcón tapiado hasta el cansancio. Mis rodillas se azotan en el portal. Maldigo a dios, maldigo mi vida. Mi futuro esta tan tapiado como esa ventana, esta tan cerrada como esa puerta, tan vacía como esa casa.
Ahora las frías murallas de mi habitación del siquiátrico son fiel testigo de mis noches en vela. Son la compañía que me hablan y me consuelan cuando pienso en ti. Mis ojos estimulados por fármacos te dibujan en las manchas de pintura del cielo y las noches se hacen eternas………………cuando pienso en ti, cuanto pienso en ti.
martes, 17 de abril de 2007
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